El futbolista puede vivir del fútbol, pero el basquetbolista no puede hacerlo con el básquet. Esa reflexión es de José Obando, jugador de baloncesto del equipo Mavort de la Liga Ecuatoriana Masculina.
Vivir de este deporte es un reto para quienes lo practican de manera profesional en el país. Los salarios no alcanzan para sustentar un hogar y los torneos nacionales en los cuales se paga más duran entre dos y tres meses en el año.
El básquet es un deporte popular en el país, luego del fútbol. Esto se evidencia en que se practica en todas las provincias y se realizan campeonatos a toda escala, desde infantiles en torneos locales menores por fiestas barriales, cantonales, parroquiales... También se disputan la Liga Ecuatoriana, torneos escolares y colegiales. Además, existen escuelas dedicadas a la enseñanza de este deporte.
Se estima que unos 2,5 millones de personas juegan baloncesto, según los cálculos de Ramiro Cadena, Luis Flores y Luis Noroña y Carlos Santa Cruz, de la Asociación de Baloncesto de Pichincha. “Es un lindo deporte y nada más. Definitivamente solo vivir del básquet en este país no se puede”, enfatiza Cadena.
Pero, ¿por qué no es una actividad bien remunerada como el fútbol? José Alvarado, presidente del club Importadora Alvarado, argumenta: “los equipos nos financiamos con recursos propios. No pagamos salarios altos a los jugadores, porque no tenemos los auspicios que sí hay en el fútbol”.
En la actual Liga Ecuatoriana de Baloncesto Masculino juegan siete clubes y muchos de los jugadores se dedican a otra actividad para “redondear” el salario y mantenerse. A continuación, cuatro historias que revelan esta realidad.
Paúl Cano deja el traje y la corbata para vestirse de corto
Desde las 08:00 hasta las 16:30, Paúl Cano viste de terno. Luce elegante con el cabello engomado y un oloroso perfume. Él trabaja en la Contraloría General del Estado y su presentación debe ser impecable.
A las 18:00 (por lo general), su ‘look’ cambia. Se viste de corto y se alista para practicar el deporte que le apasiona: el básquet. Este ibarreño de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), de 26 años, vive agradecido porque este deporte le ayudó a “crecer profesionalmente”.
Se inició en la Escuela Politécnica del Ejército (Espe). Esta institución, que ya no participa en el básquet profesional, le ayudó con vivienda, alimentación y un incentivo económico que le sirvió para comprarse artículos personales.
“Pero no siempre podía vivir así. El dinero que recibí lo invertí en mi educación para tener una profesión para mi futuro”, contó a LUNES DEPORTIVO. Hoy es ingeniero comercial egresado de la Universidad Católica y trabaja en la Contraloría desde el 2010.
Con lo que recibe de salario en el ente estatal se endeudó para comprar su casa y su automóvil. “Lo que gano en el básquet forma el 30% de mis ingresos mensuales. Ese dinero me sirve para imprevistos y gastos personales. Lo importante es jugar baloncesto porque es parte de mi vida”.
Cano se da modos para cumplir con la UTE. Es el traductor de tres estadounidense que llegaron esta temporada al club. También viaja y vuelve el mismo día cuando los partidos son en Ibarra, Ambato y Santo Domingo, para evitar inconvenientes en su trabajo. “Solo cuando tenga que jugar en Guayaquil o Guaranda pediré permiso laboral”, dijo el miércoles. Ese día cumplía una labor de auditoría en el Ministerio de Salud.
José Obando vive sólo para el baloncesto
Cuando se adquieren responsabilidades familiares, el salario suele hacerse ‘chico’. Y más, cuando se tienen deudas u otros compromisos. De eso es consciente José Obando, quien a sus 42 años juega en el club Mavort.
El deportista, aunque admite que se “moriría de hambre” si solo viviera del baloncesto, está feliz de vivir para este juego. En las canchas lleva 23 años y su salario siempre lo redondeó con la enseñanza esta disciplina.
Obando fue entrenador en los colegios Militar, Americano y América Latina. También dirigió en la Empresa Metropolitana de Obras Públicas y en la Empresa Eléctrica Quito. Todo esto entre 1997 y el 2012. Hoy forma parte del Consejo Provincial de Pichincha. Es Coordinador de las Escuelas de Baloncesto de la provincia y su salario lo cancela el Ministerio del Deporte. Cumple su tercer mes en funciones.“Por ello no tengo muchas complicaciones para acudir a los partidos, porque estoy rodeado de deportistas”.
En el día prefiere vestir ropa cómoda. Eventualmente luce terno para cuando debe asistir a alguna reunión de importancia. “Doy gracias al prefecto Gustavo Baroja y al ministro José Cevallos, porque me permiten seguir en lo que me gusta”, dice con un tono grave.
En los noventa, el básquet vivió momentos dorados en el país con clubes como Filanbanco. Ahí, jugó Obando y era uno de los mejor pagados. Llegó a recibir hasta 3 000 000 de sucres. Hoy recuerda con una sonrisa ese momento. “Gané como extranjero”, bromea.
Luego el panorama se complicó. Entre las enseñanzas en las instituciones educativas y los juegos de baloncesto, sus ingresos llegaron a USD 1 000 mensuales por su trabajo.
Michael Quevedo tuvo visión empresarial
Llegó de Machala, su ciudad natal, hace 20 años, para buscar un mejor porvenir. Michael Quevedo es uno de los referentes de UTE. En su espalda luce el número 10 y es el capitán del equipo.
Por eso, es un modelo a seguir, como refieren de él su DT, el argentino Juan José Pidal, y el presidente del equipo, Patricio Pozo. Es ingeniero en comercio exterior y posee una empresa propia.
Quevedo también se dedica a importar insumos y equipos médicos. La empresa la montó hace dos años con colegas y amigos.
El orense de 34 años es soltero y no tiene hijos, por lo que planea invertir su dinero “de la mejor manera”. Lo que recibe por defender a UTE forma el 50% de sus ingresos mensuales, complementado con su labor particular.
“En este país no hay cómo vivir del básquet, todo es fútbol”, se lamenta en el sillón de cuero de su oficina, ubicada en el sector de Amagasí de El Inca. También es de aquellos que prefiere la formalidad del saco y la corbata, pues su trabajo le exige tener permanentes reuniones con clientes.
El ser su jefe le permite adaptarse el horario para jugar con UTE. “El básquet me permitió surgir cuando era estudiante. Mi profesión se la debo a este deporte”, dice. Sus palabras son similares a las de su colega Paúl Cano.
Patricio Ponce ama el básquet pero no vive de él
El entrenador quiteño es uno de los más exitosos en esta disciplina deportiva. Ha logrado siete títulos con varones (seis con Espe y uno con Mavort), tres con mujeres y cinco subcampeonatos. Pero esto no le garantiza mayores réditos, a pesar de esos 16 años de experiencia y colección de preseas.
Su otra afición siempre fue la docencia. En la Espe empezó como profesor en la Facultad de Cultura Física y como técnico de básquet. Actualmente lidera al equipo Mavort, en donde recibe USD 500 mensuales por dirigir al equipo y 600 por el masculino. “Tengo mi esposa y mis dos hijas. No tuviera lo que tengo si viviera solo de ser técnico”.
Este salario que gana en Mavort, lo utiliza básicamente para actualizarse. Este deporte le ha permitido viajar a Estados Unidos, Cuba, Europa y recientemente estudió un curso en Estados Unidos.
“Hay jugadores que ganan mejor que yo”, asegura Ponce. Galo Chávez, presidente del club guarandeño JG Bolívar, justifica estas palabras. El directivo cuenta que los extranjeros que refuerzan su equipo ganan USD 3 000 mensuales mientras dura la Liga. Ellos, como ‘trotamundos’, recorren diferentes ligas en diversos países y sí viven del baloncesto, “un lujo que no podemos darnos aquí por los bajos salarios”, agrega Chávez.
FUENTE:DIARIO EL COMERCIO