FUENTE: NBA maniacs
Aunque lo hayamos olvidado, otras superestrellas de la Liga han pasado por lo mismo. Llamémosle notables periodos de sequía. Jerry West necesitó de doce temporadas y siete derrotas en Finales de la NBA para poder conseguirlo. Michael Jordan pasó por siete temporadas de exámenes severos antes de ser capaz de levantar el Larry O’Brien Trophy. Por no hablar de Olajuwon, cuyo primero de los dos anillos conquistados acabó llegando en 1994, diez años después de ser drafteado.
Pero ningún jugador en la historia de la competición ha tenido que soportar más presión que la depositada por todos sobre LeBron James. Y no solo por las nueve temporadas que ha necesitado King James para poder sentarse merecidamente en su trono, sinó más bien por los tiempos en los que vivimos.
Todo lo que diga o haga James es inmediatamente carne de Twitter. Ahora todos tenemos un teléfono móvil con cámara. LeBron ni tan siquiera pudo prepararse como es debido antes del decisivo Game 5 en el vestuario, con docenas de periodistas (algunos de ellos, presuntos periodistas) a su alrededor, grabando todos y cada uno de sus movimientos.
Por supuesto, estos dos últimos años han sido los más duros para James. Era el verano de 2010 cuando el jugador hizo el controvertido programa televisado a nivel nacional en el que anunciaba que dejaba de lado a sus Cavaliers, y se unía al macro-proyecto de estos Miami Heat.