viernes, 3 de junio de 2011

Shaquille O’Neal dejó el básquet

Uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, de 39 años, cuatro veces campeón de la NBA (tres con los Lakers y una vez con Miami) anunció su retiro el martes, luego de 19 campañas.

Trataba el mundo del baloncesto como el patio de su casa, mezclando su role de ser una celebridad de la cultura pop y un ícono en su deporte. Y ahora su carrera está lista para disfrutar desde La Gran Silla que está en el cielo.




Hubo pívots más grandiosos que Shaq, pero ninguno se divirtió o hizo que la gente se divirtiera tanto como él.

NBAE/Getty ImagesExtrañaremos a Shaq, aunque realmente no irá a ninguna parte. No se está escondiendo como la caída del sol. ¿Cómo podría? Bueno, aunque podría tapar la puesta del sol. Sigue midiendo 2,15 metros, pesando 175 kilos y tiene una personalidad más grande que sus zapatillas. Shaq seguirá saliendo en la televisión, vendiéndonos productos, haciendo shows y quizás algún día resucite, al estilo de Charles Barkley, como un locuaz comentarista. Pero luego de hacerlo oficial ayer, él ya realizó su última clavada y falló su último tiro libre.



"Lo hicimos", dijo por un video en Twitter. "Diecinueve años, amigos".



Tuve la suerte de estar viendo a Shaq la primera vez que jugó, en un partido de pretemporada con Orlando frente a Miami, al igual que cuando decidió que era su último partido, en el banquillo de suplentes de los Celtics el mes pasado, con su cuerpo un poco estropeado y su espíritu adolorido. Sí, fueron 19 años, amigos, de fantásticas actuaciones, cuatro campeonatos y de ver su dolorosa caída (como a todos les pasa) a la mediocridad.



Hubo pívots más grandiosos que Shaq. Bill Russell. Wilt Chamberlain, sin duda. Kareem Abdul-Jabbar, obviamente. Quizás uno o dos más. Pero ninguno de estos jugadores se divirtió o hizo que la gente se divirtiera tanto como él. Esto lo decimos por la forma en la que Shaq gastaba tiempo iluminando los lugares a los que entraba y dominando en los estadios donde jugaba. Fuimos testigos de un travieso Goliat que tomó todo el provecho de sus dones: gran tamaño, una gran sonrisa, sed de glamur y una manera de elevarse, gracias a su lenguaje, por encima de las demás estrellas del baloncesto.



Pero hablemos de lo que hizo en el baloncesto. La generación que nunca vio a Russell o Wilt y que apenas pudo observar el final de la carrera de Kareem siempre jurará que Shaq ha sido el mejor pívot de la historia. Y es difícil decir que no. Nunca alguien así de grande se movía tan rápido y cubría más espacio con excepción de una nube en movimiento.



Desde finales de la década de los 90s hasta el inicio de la primera década de este siglo, Shaq no tuvo competencia alguna. Eso era cuando estaba bien físicamente y concentrado, dos áreas de las que todos le cuestionaban al final de esa década, cuando se envejeció con velocidad. Estuvo en el grupo de un equipo de los Lakers que logró tres títulos consecutivos y se volvió una dinastía. Aunque jugó en seis equipos diferentes, la mayoría lo identificarán con Los Ángeles, una ciudad que encajaba perfectamente con su personalidad y una franquicia que le dio la plataforma a la grandeza. En la temporada1999-2000, la única campaña en la que fue ganador del premio MVP, Shaq promedió 29,7 puntos, 13,6 rebotes, casi 4 asistencias y 3 tapones. Fue nombrado MVP de las finales de la NBA tres ocasiones. Jugó el Partido de las Estrellas 15 veces. Estuvo en el Primer Equipo de la NBA en ocho ocasiones. Esos son muy buenos números, los hechos reales que colocan a Shaq en una categoría en la que pocos han podido entrar.



Lo que los números no dicen es como Shaq cambió la forma en la que los equipos se preparaban para encarar a sus clubes. Se parecía mucho a Wilt en ese aspecto. Wilt era tan superior al hombre que lo defendía que realmente no tenía rival. Era casi injusto. La liga modificó o cambió completamente algunas reglas cuando jugaba Wilt. Eso no ocurrió con Shaq.



Sin embargo, las reglas para defender a los hombres grandes fueron únicas cuando de él se trataba. Era demasiado grande y fuerte. Y entonces los equipos utilizaron el famoso Hack-a-Shaq, una táctica para explotar el problema crónico de Shaq para lanzar desde la línea de tiros libres. Y, cuando él quería, era una gran fuerza defensiva, lo cual lo convertía en ese extraño que jugador que podía causar impacto bajo los dos aros.



Además de todo, Shaq tuvo el tiempo a su favor. No enfrentó muchos buenos pívots durante su era. Hakeem Olajuwon, quien le negó a Shaq el título en 1995, estaba en pleno descenso cuando Shaq empezaba a brillar. Lo mismo sucedió con David Robinson. Patrick Ewing era casi el único pívot que se le acercaba (Tim Duncan era más un delantero de poder). Entonces Shaq tenía lagunas ventajas, además de su impresionante físico. Estaba en el lugar correcto, en el momento correcto.



No obstante, él fue elegido entre el club de los mejores 50 jugadores de la NBA (una elección controversial, debido a su poca experiencia en ese entonces) pero seguramente habría dominado en casi cualquier era. En su mejor momento, él llevó a tres equipos a las finales, ganando con los Lakers y más adelante con los Heat en el 2006.



Como jugador, su único problema, además de sus lanzamientos de tiros libres, era su condición física. Esto fue porque Shaq jugó cinco años durante mucho tiempo. Le faltaron restos físicos y algo de salud pues, de hecho, nunca jugó los 82 partidos completos de la temporada regular en 19 años. Y en sus primeras tres temporadas de la liga, solamente dos veces jugó 75 partidos.



El lado travieso de Shaq, por momentos, superaba su lado profesional. Lo cual dice mucho sobre la presencia de Shaq. Hizo una serie de películas y CDs de rap, algunos para olvido, que lo convirtieron una persona llamativa en la cultura popular y atractivo para su generación. Sus comerciales, donde publicitaba una lista diversa de compañías y productos, sacaron a flote su sentido del humor y lo trasformaron el alguien querido en una sociedad que tiende a temer o estar intimidada por seres humanos de su tamaño.



Dos décadas de Shaq, ¿en pocas palabras? Un título de conferencia en Orlando. Su paso a L.A. La unión con Kobe Bryant para producir campeonatos. La riña con Kobe que derivó en su separación. Otro título, este con Dwyane Wade en Miami. Un vagabundo del baloncesto, el cual estuvo en tres equipos en cuatro años. Finalmente, la ingrata y silenciosa salida, que se realizó por un tweet.



Y ahora, luego de 19 años, le puso fin. Tomando prestada una frase de Shaq, fue, en gran parte, una Shaqtacular carrera.






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