sábado, 7 de mayo de 2011

NOTICIAS DE LA NBA


Los Bulls reaparecen en medio de una exhibición de MVP Rose




De un campeón que languidece a otro que quiere nacer. Chicago no había dejado buen sabor de boca en la primera ronda contra Indiana y algún gesto se torció cuando cayeron en el primer partido contra los Hawks. Todo cambió en Atlanta, donde Derrick Rose cogió un megáfono para gritar a los cuatro vientos quién ha sido nombrado mejor jugador de la liga. Los Bulls ganaron con solvencia (82-99) y recuperaron el factor cancha.



A estas alturas no se puede decir mucho sobre Rose que no suene repetitivo. Después de dos partidos en los que su maltrecho tobillo pudo afectarle, rescató su mejor versión para ganar un partido vital. En el primer periodo libró un grandioso cuerpo a cuerpo con Jeff Teague (lo que debe estar lamentando Hinrich esa lesión); en el tercero clavó el cuchillo; y en el cuarto retorció la hoja. Dos triples consecutivos delante de Jamal Crawford sepultaron a los Hawks.



Cuánto se habrá arrepentido Crawford de haber abierto la boca. “Si eso es lo mejor que pueden hacer, vamos bien”, dijo tras el segundo partido para restarle importancia a la derrota. Anoche se quedó en 7 puntos y Rose se tomó la licencia de ejecutarle en persona. El viento vuelve a soplar a favor de Chicago.



Puede hablarse del rebote, donde los Bulls guardan una enorme ventaja. Hasta 18 capturas ofensivas lograron los de Tom Thibodeau, 8 de ellas con la firma de un Joakim Noah que pasó por encima del que fuera su compañero en Florida, Al Horford. O puede hablarse del banquillo, que ganó por 34-14 al de Atlanta. Porque fueron hombres como Korver y sobre todo Taj Gibson (serio aviso para Boozer, aún muy apagado) quienes pusieron el triunfo en bandeja gracias a un sensacional segundo periodo.

Sea como sea, seguro que los Hawks miden más sus palabras de cara al próximo partido.



Los Lakers, contra las cuerdas.





La respuesta, a tenor de las sensaciones, es rotunda: no. Y es que si en los dos primeros partidos de la serie no hubo suficientes pistas, sobre el parqué del American Airlines rizaron el rizo y perdieron ante unos Mavs que aparecieron a 5 minutos para el final. Hasta entonces, con más pena que gloria, los Lakers habían llevado el mando del partido. Distancias cortas, poco seguras, que desaparecían con poco esfuerzo. Se intuía el desenlace: fue apretar el acelerador y el púrpura desapareció del mapa.




El estado de los Lakers puede medirse en Pau Gasol. El español quiere y no puede. Ha perdido el toque en ataque. Intenta meterse en los partidos a base de buenos esfuerzos en defensa (que los hace), pero todo lo que depende de la inspiración le está negado. El espectacular momento de Bynum debe haberle sorprendido igual que a todos y no encuentra su sitio. Pero también hay balones que no asegura, pases que no mira y tiros con los que duda. Se llevó un par de duras reprimendas de Phil Jackson, pero no despertó.



El protagonismo fue con justicia para su compañero en la zona, Andrew Bynum. Cualquier duda sobre la conveniencia de que sea él el ejecutor debe quedar despejada por su enorme estado de forma. Sus compañeros no deben estar tan convencidos, puesto que después de anotar 21 puntos no miró a canasta en los últimos 10 minutos de partido. Y el triunfo, que parecía asegurado, volvió a escaparse entre las manos.

Como subrayó Jackson tras el partido, de nuevo su equipo no supo sentenciar. Dallas se había dejado llevar en el baile, pero se revolvió con cada pisotón. Nowitzki (32 puntos, 9 rebotes) volvió a testimoniar que no existe en los Lakers antídoto para él, mientras que Terry y un renacido Stojakovic (38 puntos entre ambos) le recordaron a Phil Jackson lo que no tiene en el banquillo: relevos de garantías. Y menos con Odom de titular obligado. La alineación con tres grandes dejó huecos por fuera y Dallas, con 12 triples, lo castigó.

Los vigentes campeones están con la soga el cuello y no deben pensar en remontar la eliminatoria. Lo más inmediato (y lo único que ahora mismo es factible) es salvar su imagen. Los Mavs tienen que mantener la prudencia y esperar a tener la cuarta victoria en el bolsillo, pero lo más difícil del camino está recorrido.





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